Hoy 29 de abril se celebra el Día del Vendedor en el Perú y es el día en el que se debe premiar el ingenio peruano. Esa cualidad que nos hace particulares a la hora de enfrentar la adversidad ante la falta de trabajo u oportunidades para salir adelante.
Es precisamente ese ingenio y ese poder de convencimiento que tienen los vendedores, lo que lo hacen personajes tan atrayentes. Empecemos por definirlo, según fuentes cibernéticas "Un vendedor es aquella persona que tiene encomendada la venta de los productos o servicios de una compañía.Según el sector o la cultura de la compañía, puede recibir diferentes nombres: agente comercial, representante, ejecutivo de cuenta, ejecutivo de ventas, etc".
Desde manualidades, flores, llaveros, tarjetas, globos, vinchas, polos, pósters y demás souvenirs, entre otras cosas, podemos encontrar en su vasta oferta. Y a diferencia de los canillitas o vendedores de golosinas, quienes en estos tiempos modernos ya cuentan con un quiosco y no dependen de fechas festivas, ellos recorren la ciudad promocionando a viva voz sus novedades.
No es difícil entonces ir a un parque y encontrar al “señor de los globos multicolores”, o a un estadio y ubicar al chico de los gorritos de arlequín con la insignia de tu club favorito, “llévelo, caserito, para que se sienta más el apoyo al equipo”, te dicen al ofrecerlo. Los buses de transporte público también son una fuente de clientes potenciales. Allí se ofrecen desde cepillos de dientes hasta herramientas básicas para el hogar y todo a precio de ganga.
Lo que los hace tan festejados por su ingenio, es porque muchos de ellos no necesitan vestir formal y tener una cartera amplia de clientes. Más bien, solo deben tener creatividad, ganas de trabajar y un poco de capital para empezar.
En 1997, cuando el Mercado Central del Centro de Lima era más visitado en sus afueras que en su interior, el alcalde de ese entonces, Alberto Andrade Carmona, desalojó a los ambulantes y reordenó el comercio en la zona. Ese ejemplo fue imitado en otros distritos de la ciudad y también en provincias.
Sin embargo, esto no eliminó el “oficio”, sino más bien lo reinventó, por ello la búsqueda constante de la “ocasión” para sacar adelante el negocio. Ser vendedor en el Perú, no es un trabajo fácil como muchos piensan, sea formal (grandes empresas), medianamente formal (negocios o tiendas pequeñas) o el informal (los de ocasión o ambulantes), cada cual hace su lucha día con día, pues convencer a una persona, muchas veces puede resultar una tarea complicada, sobre todo en estos tiempos donde vender no depende del carisma del vendedor o de la calidad de lo que te ofrecen, sino de cuánto está dispuesto a gastar nuestro comprador.
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