¿Sabías qué?...La información que se encierra entre las lineas blancas y negras de un código de barras, permite llevar un control diario de más de 5.000 MILLONES DE PRODUCTOS que se registran en el mundo...¿Quieres saber más?
Una potente luz roja emitida por el láser de pistola se enciende y recorre la etiqueta de cabeza a pies. Le sigue un “bip” sonoro, rápido y preciso. El producto acaba de ser registrado correctamente. Bendito código de barras.
El consumidor no siente el trámite pero con solo esta lectura veloz, el escáner de códigos ya revisó y corroboró mucha información del producto: desde dónde fue empacado y quién lo distribuyó hasta el lote al que pertenece y cuál es su fecha de caducidad. No importa si se trata de una papaya, un almanaque o un televisor de pantalla plana; la historia siempre es la misma.
El código de barras tradicional –el que encontramos impreso o pegado en incontables productos– está cumpliendo 40 años de convertirse en el lenguaje global de los negocios.
Fue en 1973 cuando el conjunto de barras paralelas (negras y blancas) de diferente grosor se popularizó después de casi dos décadas de ser usado únicamente en procesos de registro cerrados.
El primer código de barras en ser registrado fue un paquete verde de chicles marca Wrigley’s, en el supermercado Marsh, en Troy, Ohio (Estados Unidos). Actualmente, se escanean a diario más de 5.000 millones de productos provenientes de cerca de 2 millones de empresas a nivel mundial.
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